La esperanzada

martes, 22 de septiembre de 2009
Vino la Luna a pronunciar tu nombre
con su brillo claro y tenue,
reprochándome la sombra silenciosa
la noche aromada de azahar
Cogollo de los pasos en la senda larga
de la esperanza ilusionada de calor


Se enredó la copla entre mis labios
y sin querer calló la caja bagualera
tropezando con la sonrisa de tus ojos
entonó la vidala, vidalita de mi corazón
cantando el silencio llano y fresco
del camino largo hacia el cañadón.



Allí te he de encontrar, vidala que espera,
iluminada por el sol y las estrellas
brisa que revolotea ardiente y silenciosa
hasta en los rincones del pensamiento
escondidos en la ilusión y los sueños
para abrazarte vidalita de mi alma.


Quiso la sombra cubrir las alegrías
con un manto oscuro de cielo azul
Y las estrellas te amaron con luz
y la vidala desde el camino brilló en mi alma
en un canto del sauce al cauce del río
por el rocío que alimenta el verdor.


Llega el amanecer y la claridad rompe la noche
las cajas callan el silencio y la luz trae a la vida
la ilusión y el sueño, y el camino cansino se alegra,
rumbo que se aleja lento que se aleja,
hacia el oriente donde nace la vida,
donde lo claro del día vive en tu voz. 

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